La energía de la luz permite mejorar paulatinamente la textura y tonalidad, eliminando poros dilatados, vello, rojeces, manchas y las pequeñas arrugas en las capas más profundas de la piel. La duración variará según el tamaño de la zona que se quiera tratar, pudiendo oscilar entre 30 minutos y 1 hora. Tras la sesión, el paciente puede maquillarse si lo desea e volver a su rutina normal. En cuanto al número de sesiones, es variable dependiendo de cada persona y del tipo de IPL empleada. Mayormente, suelen necesitarse unas 3 sesiones cada 30- 45 días, aunque según el tipo de problema o las necesidades del paciente podrían incrementarse el número de estas. Además, algunas personas podrían necesitar sesiones de mantenimiento 1-2 veces al año, aproximadamente.